viernes, 26 de julio de 2013

Aria (Parte 3) {Final}

"¿Dónde está Aria?", había dicho el monstruo, el demonio. Ahora estaba claro que venía del infierno buscándola para que cumpliera condena.
-Debió averiguar donde estaba yo, pensó que ella estaría contigo y que tú eras yo -dice Charlotte consternada mientras entierra la cara en sus manos.
-Tú sabes donde está ¿verdad? -la miro interrogante y ella suspira.
-Demasiada información por hoy.
-Han estado a punto de matarme, Charlotte. ¿Dónde está Aria?
Se muerde el labio inferior y me observa mientras piensa bien su respuesta. Al final asiente aunque no muy convencida.
-Cuando Aria escapó lo hizo por El Gran Portal. Verás, cuando una persona cree que su muerte es injusta puede solicitar un juicio. Si el jurado decide que lleva razón le hacen cruzar El Gran Portal. La persona nace de nuevo, conserva su aspecto pero no recuerda nada de su vida anterior.
Lo más lógico sería creer que estoy soñando pero siento el dolor en la pierna cuando Mimi me araña al moverse.
-Entonces ¿Aria no recuerda nada? ¿Ni siquiera a ti?
He puesto el dedo en la llaga. Niega con la cabeza y dos lágrimas caen por sus mejillas.
-Pero sé que en un lugar de su corazón aun me tiene presente. Sé que quiere recordarme.- hace una pausa y respira hondo.- Sé que quieres recordarme.
Abro los ojos al máximo y se me acelera la respiración. Soy incapaz de moverme cuando se acerca y coloca su mano en mi mejilla. Sus labios son suaves y acarician los míos con cariño y ternura. Conforme avanza el beso reacciono y me aparto de ella todo lo que me deja la cama. Las palabras salen atropelladamente de mi boca:
-¡Estás loca! ¿O te lo has inventado todo solo para besarme? Me voy de aquí.
Una mueca de dolor tuerce su rostro y por un momento me da pena dejarla así pero me dirijo firme hasta la puerta. Aunque si se lo ha inventado ¿cómo explica el demonio que entró en casa? Seguro que era algún gracioso disfrazado, sí, seguro que era eso. Me ha engañado como a una cría.
Escuchamos un grito, Charlotte vuelve a la realidad y tira de mi hasta la ventana. Estamos en un primer piso pero me hago daño al caer. Voy a quejarme cuando oímos la puerta derrumbándose, vuelve a tirar de mi y pronto me encuentro corriendo por el bosque.
Está muy oscuro, no veo nada pero seguimos corriendo. Una rama abre otra herida en mi pómulo izquierdo, una raíz traicionera me hace tropezar y Charlotte cae conmigo. Intentamos levantarnos pero es inútil, siento su respiración acompasada en mi nuca, sus pasos firmes y el sonido de una espada al desenvainar. Me preparo para recibir el golpe, cojo la mano de mi compañera y lo miro a los ojos. Unos ojos rojos como la sangre topan con los míos y una lengua bífida recorre sus finos labios, que sonríen con suficiencia. Cierro los ojos y aprieto la mano de Charlotte.
Escucho el acero silbando en el viento y la sangre salpica mi cara pero no llega el dolor. La mano de Charlotte pierde fuerzas, cuando la miro yace inerte en el suelo. Un grito se escapa de mi garganta y lloro, de impotencia, de rabia, por no saber lo que está pasando. El demonio me levanta agarrandome con fuerza mientras pataleo.
-¡Mátame1 -le grito- ¿¡Por qué no me matas?!
Se ríe con sorna y me enseña sus afilados dientes.
-¿Matarte? Tú no tendrás tanta suerte. Vamos, te esperan en el infierno.

martes, 9 de julio de 2013

Aria (Parte 2)

Escucho la llave introduciéndose en la cerradura, giro la cabeza y cuando vuelvo a mirar el monstruo ya no está. Charlotte entra con su parloteo habitual pero se frena en seco cuando me ve.
- ¿Qu-qué ha pasado?- dice preocupada mientras se sienta a mi lado. Yo simplemente la abrazo y rompo a llorar.
Pensé que cuando se lo contara me miraría como si estuviera loca, o que diría algo como "tenías mucho miedo, seguro que fue tu imaginación". Sin embargo, se mostró comprensiva, como si no fuera la primera vez que oye hablar de un monstruo así.
-Vamos, tranquilízate.- dice mientras me tiende una taza humeante de tila.
-Gracias...- susurró, ni siquiera tengo voz.
Bebo un poco y siento como se me relajan los músculos, demasiado quizá pero no le doy importancia. De repente tengo muchas ganas de dormir. La taza resbala de mis manos y mi vista se nubla.
-Char-Charlotte...- digo antes de caer en un profundo sueño.

Me despierto en el asiento del copiloto de un coche en marcha, avanzamos por una carretera solitaria, es de noche. Todavía aturdida miro a mi izquierda y allí esta Charlotte conduciendo. Su rostro refleja preocupación ¿por qué será? Entonces lo recuerdo todo.  Mimi, el monstruo de ojos rojos, la comprensión que mostró Charlotte...
Escucho un maullido y sé que Mimi está en la parte de atrás. ¿Se tomaría un secuestrador las molestias de coger también a mi gato?
-No te estoy secuestrando.- dijo como si pudiera leerme la mente.
-¿Có-cómo has...? -tartamudeo pero ella me interrumpe.
-Sí, bueno, escuchar pensamientos viene en el paquete. Tengo que contarte muchas cosas pero no podíamos quedarnos en casa.
No soy capaz de hablar. Paramos en un motel de carretera con letras de neón rojo medio fundidas. En la esquina tres prostitutas fuman y saludan alegremente a los hombres que se acercan a ellas entre risas. Dos borrachos salen tambaleándose del pub de al lado cantando una estúpida canción, creo que he oído algo sobre unos "melones". Los miro asqueada mientras nos lanzan besos y guiños.
La habitación es pequeña, solo caben dos camas separadas por una mesilla de noche y un pequeño armario. Una bombilla se balanceaba en el techo amenazando con caerse en cualquier momento.
Me siento en la cama con las piernas cruzadas acariciando a Mimi y dirijo a Charlotte mi mejor mirada de "me debes una explicación".
Suspira y se sienta a mi lado.
-Supongo que debería empezar por lo más básico. ¿Crees en ángeles y demonios? - niego con la cabeza, creo que se ha vuelto definitivamente loca.-Yo soy un ángel, Lucy.
Creo que tengo la boca abierta, la miro anonadada.
Suspira y se pone en pie, se saca la camiseta y al volverse las veo, dos horribles cicatrices blancas surcan sus omóplatos.
Vuelve a sentarse a mi lado y fija la mirada en el infinito.
-Me enamoré de otro ángel, se llamaba Aria, ella también me amaba. Un día nos descubrieron, "no hay sitio en el reino de Dios para depravadas", eso fue lo que dijo arcángel Gabriel.
>>Me arrancaron las alas y me desterraron. Pero mientras yo gritaba de dolor Aria se rebeló, la condenaron  al infierno. Logró escapar, Lucy, y la he encontrado.
Dos lágrimas y una sonrisa surcaron su rostro.